Sin Plan
Racionalmente,
tendemos a pensar que todo tiene un plan preconcebido. O al menos eso
quisiéramos creer. Por esa necesidad de amparo, de saber donde
estamos y adonde vamos. El plan permite tener preparadas acciones
ante posibles situaciones no deseadas. El plan o la creencia que el
existe nos brinda una sensación de seguridad.
Planificadores
son buscados y contratados en todos los sectores científicos,
políticos y empresariales. Los buenos planificadores son pieza clave
en toda organización. En tal sentido, se han desarrollado infinidad
de modernas técnicas y teorías de planificación, las cuales
desarrollan mas aun, tanto la natural condición del planificar, como
la necesidad de tener un plan.
Pero
acaso es siempre esto posible, se pueden acaso tener preconcebidas
todas las variables posibles. Qué sucede con los elementos que
escapan de nuestra dependencia y que simplemente aparecen por
sorpresa. Como solucionar tales situaciones. La misma condición nos
invita a reaccionar planificadamente. Detenernos o incluso sobre la
macha, estudiar la nueva situación para tomar la decisión mas
favorable a nuestro objetivo.
Tal
condición, la cual comparto en todas sus partes, es perfecta si bajo
nuestro control están todos los elementos que participan en el
alcance del objetivo. Sin embargo no siempre es así, en infinidad de
ocasiones los elementos externos incluso si persiguen el mismo
objetivo, no responden a nuestros deseos y consideraciones. O puede
ocurrir que teniendo objetivos similares, esos elementos alberguen un
plan distinto para alcanzarlos.
Creo
que el mas claro ejemplo de esta idea, son los movimientos sociales.
En los cuales cada uno de los individuos que conforman la sociedad
tiene percepciones propias y subjetivas de lo que se procura y cómo
debe ser alcanzado. Sin duda, existen elementos comunes que amalgaman
esfuerzas de las masas sociales. Igualmente es innegable la
importancia que tienen los liderazgos para homogeneizar el accionar
social. Es de ello que se alimentan los movimientos políticos.
Factores comunes en su menor exponente.
Ese
deseo de unificar objetivos y el plan para alcanzarlos, es propio a
cualquier movimiento político y es el elemento clave para cualquiera
quien pretenda liderarlo. Cuando, los llamados lideres pierden esta
capacidad de encausar a sus co-idearios dentro del concebido plan,
entonces estamos frente al caos y conforme al plan la posible perdida
de los objetivos. Al menos en la forma en que pretendían ser
alcanzados.
Pero
será necesariamente negativo ese temido caos. Durante años se pensó
que la organización del Universo era caótica, que en la naturaleza
los comportamientos de los diferentes elementos que la integran no
necesariamente obedecían a un esquema definido. Este pensamiento
efectivamente superado, por supuesto los creacionistas siempre lo
negaron puesto que la existencia de una entidad superior
todopoderosa, no podía permitirse la existencia de un caos. Dios
todo lo ha previsto. Pero en el mundo científico, el cambio de
percepción permitió comprender que la ausencia de un plan no
necesariamente implica el caos o que el caos no necesariamente el
desastre.
Muy
por el contrario, este comportamiento independiente por parte de cada
uno de los individuos, o fenómenos naturales quienes procuran su
bienestar individual o simplemente su desarrollo conforme a su
naturaleza. Trae como consecuencia una perfecta armonía natural que
sólo se ve trastornada momentáneamente, cuando algún factor la
interrumpe o manipula.
Acaso,
que tal característica podría aplicarse a la sociedad. Es posible
que la sociedad no requiera de liderazgos que encausen su accionar y
que sólo basta que los individuos actúen de acuerdo a sus intereses
y ese mismo accionar impondrá un orden natural. No estoy
pretendiendo hacer una apología de la anomia o de la anarquía. La
historia a demostrado que la sociedad tiende a organizarse bajo
preceptos normativos que sustentan su estabilidad.
Pero
cuando estos preceptos normativos o el adulterio de los mismos dejan
de tener el efecto deseado, la sociedad empieza a hervir en búsqueda
de un re-acomodo. Es allí cuando los distintos factores comienzan a
pugnar entre si, unos por imponerse otros por mantenerse. En
realidad, el papel de los lideres políticos seria el de representar
esos factores y encontrar la mejor manera para que las requisas de
sus representados encuentren la mayor cantidad de espacios. Son las
masas las que imponen las necesidades; los lideres entonces deben
hacer sus veces para alcanzarlas, planificar, y gestionar en
consecuencia. Cuando esta ecuación se rompe, el resultado no puede
ser otro que ese caos natural posteriormente resultaría en armonía
de funcionamiento. Mientras esa armonía se establece, la situación
no puede propiamente controlada. "Mais,
c'est une révolte ?" ; et Liancourt de répondre au Roi, de
manière visionnaire : "Non Sire, c'est une révolution !".
(1)
No
parece apropiado entonces, tratar de detener la reacción de las
masas, en ellas ese homogéneo descontento conformado por infinitas
percepciones de la realidad y de lo que efectivamente hay que hacer,
encontrara por si mismo su cause y no se detendrá hasta sentir que
los objetivos sean alcanzados.
(1) 14
de julio 1789, La Bastilla. Conversación entre Luis
XVI y el Duque de Liancourt
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