La Cumbia de la Miseria

Aquí en esta esquina como todos los días, simulando mi cojera, con mi cartón de jugos en la mano, esperando que el semáforo se ponga en rojo para poder hacer mi trabajo. Todo un arte, tocar la ventana, cara de lastima, los dedos índice y pulgar en pinza como indicando un poquito. De repente hoy recolecto más que ayer; la camisa de hoy es la mas vieja de todas, otrora fue azul y seguramente en su cuello se anudo una corbata, hoy es un harapo; algún día me comprare una camisa de esas que tu vendes, de esas que todas las mañanas sacas de sus cajas y acomodas con tanto cuidado sobre el aníme recubierto en teipe que posas sobre los inestables armazones de hierro, de esas que cubres con un plástico transparente cuando las primeras gotas caen. Algún día comprare una camisa o simplemente terminare de cruzar la calle y te diré algo bonito, así tu no me respondas, por lo menos para que me veas, para que sepas que estoy todos los días en esta calle a menos de cincuenta metros de ti. Para que sepas que a pesar de los olores del humo de los carros y del contenedor de basura que parece que nunca recogieran, todas las mañanas cuando llegas bañadita yo huelo tu perfume.
Mediodía, de tanto pensarte, ahora me he olvidado del resto de todo, ahora de vez en cuando me acuerdo de mi, las agujas del vació se clavan en mi abdomen, entonces recuerdo que debo comer, las palabras se quedan atoradas entre mis labios, recuerdo que debo beber. Tu disfrutas del manjar que trajiste de tu casa en ese toperwere, como desearía poder invitarte un refresquito o un tizana de la que venden en la otra esquina, pero en el cartón de jugo sólo dos monedas bailan la cumbia de la miseria.
Atardece, ya recoges tus camisas, las vas guardando en las cajas yo parado en la acera de enfrente contemplo la estampida de gente que se monta en torpes autobuses que pasan sin detenerse, tu estas entre ellos del otro lado. En un momento ya no estarás allí sino hasta el día siguiente, yo iré en busca de mi cartón y me arropare con la noche. ahora sólo yo te veo, ya nadie te pregunta por los precios, toda la mercancía esta guardada. Tu miras distraída el carnaval de productos que descansan en una tela en piso, de una compañera que no ha terminado de recoger.
Ahora únicamente estas tu, la estampida ya no existe, las agujas ya no se clavan en mi estomago, los colores han desaparecido solo tu eres luz, eres color, eres agua y alimento. Doy el primer paso, hacia a ti; el segundo, te llamo para que me veas pero no se tu nombre; el tercero, el golpe del autobús interrumpe mi carrera. La ciudad se detiene, el cielo se ve entre las nubes de humo, muchos ojos me preguntan, muchos gritos me arrullan; de pronto el tu rostro aparece e ilumina mi despedida, me vez como lo que soy para ti, un extraño. Pero ahora existo, ahora te puedo mirar y tu correspondes mi mirada, ahora te puedo decir lo que tengo siglos queriendo decirte, ahora la noche aunque eterna no será tan larga porque he podido hablarte: te amo.

Comentarios

Herminia Pesquera ha dicho que…
Conmueve. Bueno, por lo menos murió feliz.
Anónimo ha dicho que…
El personaje del relato desconoce totalmente las ideas manifestadas por Tai chi Ch`uan, quien para lograr algún objetivo, decia "hay que moverse lentamente dando la impresión de que: la cabeza, los hombros, los brazos, el tronco, las piernas y los pies fueran como toda una unidad para asi lograr el objetivo deseado, permitiendo asi,la armonia interior de uno mismo con la realidad exterior que nos rodea".
Contrariamente al personaje del relato, tú haz conseguido dominar esta tecnica, haciendo que nosotros, los lectores, nos concentremos visual y mentalmente en tu narrativa. Felicitaciones.

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